En homenaje al Nobel colombiano Gabriel Garcia Marquez la Feria del libro abrió el pabellón Macondo, videoinstalaciones y conferencias a propósito de la obra del escritor se pusieron cita en el pabellón. Allí me encontré con una lectura de los textos de Gabo en clave de genero, una mirada aún poco explorada por los analistas literarios sobre los escritores colombianos.
Nadia Celis nos invita a leer un Macondo fundado en una sociedad patriarcal que detona su propia destrucción, puesto que esta fundación se hace sobre dos hechos violentos el asesinato y la violación. Curiosamente todos hemos leído Cien años de soledad asociando Macondo a sociedades matriarcales cimentada en un personaje como Ursula, y reafirmada por mujeres que gozan de libertad sexual, para Celis esta organización social dentro del libro es ilusoria, puesto que los roles de las mujeres están definidos por su relación con lo masculino, básicamente componen tres tipos de roles: la virgen, la madre y la prostituta. En esta sociedad las mujeres que no encajan en estos roles son proscritas, o bien desaparecen del relato o el narrador las mata, porque no encuentran lugar posible desde este universo planteado desde lo masculino.
Sin embargo, muchos pensaran que Gabo retrata una sociedad de su tiempo, que hoy las mujeres salieron del espacio domestico de las cocinas y acceden a las esferas publicas. Al igual que el matriarcado de Ursula, esto es solo apariencia.
Las formas de dominación son más sutiles, hoy la mujer puede atender roles públicos, pero en numerosas ocasiones debe ganarse el respeto de sus colaboradores para ello se transforma en la intransigente que busca que cumplan sus ordenes bajo coacción, intentando reafirmarse en su poder desde lo masculino y no desde su ser femenino. En la esfera domestica debe cumplir sus mismos roles tradicionales, lo que duplica la carga laboral, debe ser una profesional brillante y el ama de casa consumada.
También en la actualidad los roles de la virgen, la madre y la prostituta son los predominantes, y son una definición meramente masculina. En donde su afán por tratar de comprender lo femenino lo reducen a estas tres categorías, provechosas para él puesto que le permite conquistar y poseer lo ignoto e incompresible, entendiendo que el hombre plantea la realidad desde su subjetividad masculina y le es imposible pensar en otras realidades diferentes pero iguales en condición; y para evitar que pánico que le provoca la incomprensión lo invada, inventa su posición de superioridad frente a lo femenino.
Ahora bien, esta sociedad al privilegiar la mirada desde lo masculino, exige a las mujeres privilegiar también a lo masculino, condicionandolas a esta organización, para ello se realiza un proceso de domesticación de lo femenino. Un proceso en el que madres y abuelas logran que sus hijas sean lo que el hombre quiere que sean y así cumplir un rol dentro de esta sociedad. Ello implica transformase en la encarnación de lo femenino, pero lo femenino definido por el hombre, debe lidiar con una contradicción en la que no puede expresar su deseo por el otro plena y abiertamente porque él se asusta y el miedo en el hombre genera violencia sobre el cuerpo o la psiquis femenina ( el abuso sexual o la humillación pública).
De otra parte, como el hombre solo considera femenino, lo que desde su mirada define como femenino, y una de estas definiciones es su apariencia física, el cuerpo femenino es el atractivo que llena las expectativas del hombre y solo lo reduce a una sola tipología formal femenina: el cuerpo reloj de arena. Sin considerar que las mujeres son diversas y que al menos yo podría rescatar otras tipologías femeninas, sin animo reduccionista, como lo son: el cuerpo en forma de pera, el cuerpo en forma de manzana, el cuerpo recto sin curvas, tipologías que no son el símbolo de la belleza femenina. Pero al considerar estas exigencias de la sociedad patriarcal madres y abuelas intentaran trasformar a toda costa a sus hijas en ese ideal femenino marcado por la masculinidad, en un intento que no sean proscritas por la sociedad.
Celis plantea esta sociedad macondiana particular, situada en el caribe colombiano a mi parecer y en mi experiencia multicultural en Argentina me hace pensar en un rasgo latinoamericano. Donde prima la camaradería masculina, terreno en el que la mujer es un objeto que puede ser intercambiado, usado y desechado, donde prima ese afán de conquista y posición a costa de la destrucción, donde hay negociaciones para repartirse a las mujeres, olvidado su voz, donde para poseer el cuerpo femenino se pueden articular toda clase de artimañas, donde se atenta a cualquier muestra de camaradería femenina, para sembrar la rivalidad. Todo ello se justifica en una imagen, que a mi juicio es perjudicial: la escena del pecado original; esta imagen justifica la dominación de la mujer como un castigo, excusa al hombre de su incapacidad de manejar sus propios deseos y responsabiliza a la mujer de esta incapacidad de autorregulación.
Por ultimo Celis destaca el tema de la niña en las obras de Gabo y la compara con otras escritoras caribeñas. Para Celis es un tema recurrente en la literatura del caribe el amor entre una niña y un hombre mayor. Mientras desde la perspectiva masculina se trata el tema como el enamoramiento de un hombre mayor hacia la niña, esta ultima puede asumir dos papeles: la lolita provocadora o la inocente, en acuerdo con Celis son dos papeles perjudiciales, el primero culpa a la niña de su destino, el segundo la victimiza imposibilitando el actuar.
Para las escritoras ese amor es un hecho violento que genera profundas cicatrices físicas, psicológicas o ambas, descubre que puede ser deseada por un hombre, pero así mismo ese deseo la puede aniquilar cuando ese deseo masculino la termina avasallando al tratar de cumplir las expectativas masculinas, no se desconoce que estas expectativas masculinas son caprichosas e inestables y es una relación donde prima la verticalidad de la figura de autoridad.
Recomendado de esta feria del libro La rebelión de las niñas:El Caribe y la consciencia corporal de Nadia Celis.
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