Realidad y juego de D.W. Winnicott

Winnicott enmarca el juego dentro de la Teoría de los objetos y fenómenos transicionales. Desde su nacimiento el niño se encuentra en un estado de fusión con su madre, pero a lo largo del desarrollo se hace necesaria su separación, es en ese momento que entra en escena lo que el psicólogo denomina objetos y fenómenos transicionales, es a través de estos que el niño sale de su fusión reconociéndose como un ser independiente de la madre, este representa ese paso de la fusión a la separación, convirtiéndose en un sustituto de la madre hasta que el niño está listo para enfrentar solo la realidad. Ejemplos de estos son: el acto de chupar el dedo o el apego al osito de peluche.
En esa progresión de su relación con la realidad hay una progresión que lleva del uso del objeto transicional al juego y de este a las experiencias culturales.
Es dentro de esta teoría que define el juego como una experiencia creadora y que se desarrolla dentro de un límite entre lo subjetivo y lo que se percibe de manera objetiva, una zona que no es una realidad psíquica interna, se encuentra fuera del individuo, pero tampoco hace parte del mundo exterior, “en ella el niño reúne objetos o fenómenos de la realidad exterior y los usa al servicio de una muestra derivada de la realidad interna o personal” (Winnicott, D.W, P. 76) estos fenómenos o objetos tomados del exterior son investidos de significación y sentimientos oníricos.
El juego conduce a un estado placentero difícil de abandonar, donde no se admiten intrusiones, hay cierto grado de ansiedad y es excitante. Y  “solo en el juego el niño o el adulto están en libertad de ser creadores” (Winnicott, D.W, P. 80)

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