Cumandá ¿La alegoría de una nación frustrada?
Introducción
La Independencia en América produce una rotura política luego de siglos de colonialismo español. Está ruptura hizo necesaria la articulación de los habitantes y los territorios en los modernos conceptos de nación que haría entrar a las naciones emergentes en la Modernidad.
Las doctrinas liberales implantaron las ideas modernas que definían una nación: una población numerosa en un territorio extenso dotado de múltiples recursos, suponiendo la necesidad de unidad nacional. En ese sentido los movimientos nacionalistas abogaban a favor de la unificación y la expansión territorial, y las emergentes naciones fueron antinaturales, no seguían los tradicionales conceptos de nación basados en criterios como lengua, religión o raza, sino una construcción artificial que no se relacionaba con las comunidades reales con las que se habían identificado los individuos tradicionalmente. Esto implico una serie de estrategias para procurar la unificación del territorio y la aparición de sentimientos patrióticos (Hobsbawm, 1998).
Ahora en el caso latinoamericano las sociedades se encontraban profundamente fragmentadas por la acción del colonialismo, y a pesar de movimientos insurgentes preexistentes al movimiento de juntas, liderados por comunidades campesinas o indigenas, a los criollos de la elite no les interesó perdedor sus privilegios y solamente cuando presintieron que “el Imperio no podría mantener el orden social y su jerarquía se pensó en tomar el poder evitando la subversión de las masas populares” (Van Oss, 18) y por tanto cuando finalmente se dio la independencia “no resolvieron ninguna de las incertidumbres que enfrentaban la sociedad hispanoamericana” (Van Oss, 18) en realidad simplemente “supuso la sustitución de una minoría blanca peninsular por otra de los criollos” (Van Oss, 18).
Pero, entonces ¿cómo imponer una unificación y un imaginario nacional a una sociedad profundamente fragmentada? A través de los letrados, un grupo al servicio del poder que “ordenaba el universo de los signos (de acuerdo a Rama), mediante representaciones ideaban el ciudadano ideal y se difundía a través de mecanismos como la escolarización y la literatura. En el caso de la escuela se enseñaban los valores patrios y se pusieron en auge textos como los manuales de urbanidad y las cartillas aleccionantes; la literatura proveía héroes, heroínas y los ideales virtuosos a los que se acogerían los ahora ciudadanos.
La Independencia en América produce una rotura política luego de siglos de colonialismo español. Está ruptura hizo necesaria la articulación de los habitantes y los territorios en los modernos conceptos de nación que haría entrar a las naciones emergentes en la Modernidad.
Las doctrinas liberales implantaron las ideas modernas que definían una nación: una población numerosa en un territorio extenso dotado de múltiples recursos, suponiendo la necesidad de unidad nacional. En ese sentido los movimientos nacionalistas abogaban a favor de la unificación y la expansión territorial, y las emergentes naciones fueron antinaturales, no seguían los tradicionales conceptos de nación basados en criterios como lengua, religión o raza, sino una construcción artificial que no se relacionaba con las comunidades reales con las que se habían identificado los individuos tradicionalmente. Esto implico una serie de estrategias para procurar la unificación del territorio y la aparición de sentimientos patrióticos (Hobsbawm, 1998).
Ahora en el caso latinoamericano las sociedades se encontraban profundamente fragmentadas por la acción del colonialismo, y a pesar de movimientos insurgentes preexistentes al movimiento de juntas, liderados por comunidades campesinas o indigenas, a los criollos de la elite no les interesó perdedor sus privilegios y solamente cuando presintieron que “el Imperio no podría mantener el orden social y su jerarquía se pensó en tomar el poder evitando la subversión de las masas populares” (Van Oss, 18) y por tanto cuando finalmente se dio la independencia “no resolvieron ninguna de las incertidumbres que enfrentaban la sociedad hispanoamericana” (Van Oss, 18) en realidad simplemente “supuso la sustitución de una minoría blanca peninsular por otra de los criollos” (Van Oss, 18).
Pero, entonces ¿cómo imponer una unificación y un imaginario nacional a una sociedad profundamente fragmentada? A través de los letrados, un grupo al servicio del poder que “ordenaba el universo de los signos (de acuerdo a Rama), mediante representaciones ideaban el ciudadano ideal y se difundía a través de mecanismos como la escolarización y la literatura. En el caso de la escuela se enseñaban los valores patrios y se pusieron en auge textos como los manuales de urbanidad y las cartillas aleccionantes; la literatura proveía héroes, heroínas y los ideales virtuosos a los que se acogerían los ahora ciudadanos.
En ese orden de ideas encontramos un tipo letrado que es el letrado-procer que crearon
esos nuevos sistemas de imaginarios alrededor de la necesidad de entrar en la Modernidad con
ideologías y héroes patrios que buscaron consolidar la nueva agenda política, ejemplificados en
Andrés Bello o José Joaquín de Olmedo. Las novelas, más tardías se convierten en un trabajo de
filigrana en la que la trama de los personajes revela esos ideales de modo más subrepticio en
acuerdo con Cornejo Polar “el discurso literario de entonces porta intenciones y contenidos
políticos, o genéricamente cívicos, aunque a veces lo hiciera de una manera tangencial y
solapada” (Cornejo Polar, 15).
Entonces novelas como Clemencia, María, Dolores o Cumandá se convierten en las “ficciones fundacionales”, usando el termino de Somer, y en todos los casos hay un elemento que se recurrente: el romance, existe una relación erótica con la política debido a que en las nuevas naciones el patriotismo (amor por la patria) fue un elemento cohesionador, al haber renunciado a la divinización de los monarcas y la sustancial transformación de los súbditos en ciudadanos.
De acuerdo con Somer las naciones hispanoamericanas se fundaron en el ideal del matrimonio y el amor heterosexual como una salida a los conflictos irresolutos que se evidenciaron posteriormente a las independencias y se se exhorto a la creación de un nuevo orden bajo el lema: Creced y multiplicaos, como la meta deseable para el Estado.
Sin embargo, estas construcciones de arriba hacia abajo, donde se imponen los imaginarios desde el lugar de poder se da en medio de conflictos, allí la cultura dominante y la dominada terminan negociando la significación de los imaginarios deseables para la sociedad. (Bhabha, 2002)
En el caso que estudiamos, Cumandá justamente es una novela referida sobre la mirada sobre el otro desde el lugar de la elite dominante, donde se trasluce una suerte de atracción y repulsión por esos seres enigmáticos y exóticos: los indigenas y su relación con las elites de acuerdo con la función social que estos quieren imponerles en la sociedad. De acuerdo con lo anterior revisaremos dos categorías: el binomio eros- polis (Somer) y el de hibridez cultural (Bhaba) con el objeto de dar cuenta de la construcción de una alegoría de la nación ecuatoriana en la obra de Juan León Mera.
Entonces novelas como Clemencia, María, Dolores o Cumandá se convierten en las “ficciones fundacionales”, usando el termino de Somer, y en todos los casos hay un elemento que se recurrente: el romance, existe una relación erótica con la política debido a que en las nuevas naciones el patriotismo (amor por la patria) fue un elemento cohesionador, al haber renunciado a la divinización de los monarcas y la sustancial transformación de los súbditos en ciudadanos.
De acuerdo con Somer las naciones hispanoamericanas se fundaron en el ideal del matrimonio y el amor heterosexual como una salida a los conflictos irresolutos que se evidenciaron posteriormente a las independencias y se se exhorto a la creación de un nuevo orden bajo el lema: Creced y multiplicaos, como la meta deseable para el Estado.
Sin embargo, estas construcciones de arriba hacia abajo, donde se imponen los imaginarios desde el lugar de poder se da en medio de conflictos, allí la cultura dominante y la dominada terminan negociando la significación de los imaginarios deseables para la sociedad. (Bhabha, 2002)
En el caso que estudiamos, Cumandá justamente es una novela referida sobre la mirada sobre el otro desde el lugar de la elite dominante, donde se trasluce una suerte de atracción y repulsión por esos seres enigmáticos y exóticos: los indigenas y su relación con las elites de acuerdo con la función social que estos quieren imponerles en la sociedad. De acuerdo con lo anterior revisaremos dos categorías: el binomio eros- polis (Somer) y el de hibridez cultural (Bhaba) con el objeto de dar cuenta de la construcción de una alegoría de la nación ecuatoriana en la obra de Juan León Mera.
Cumandá, Un drama entre salvajes: El autor y su obra
De acuerdo con los críticos Cumandá es la primera novela ecuatoriana, su importancia
radica en:
De acuerdo con los críticos Cumandá es la primera novela ecuatoriana, su importancia
radica en:
“Haber sintetizado casi todos los temas que han tejido la historia ideológica interna del
romanticismo hispanoamericano: el espíritu como expresión extrema de la sensibilidad,
la recuperación del pasado en el tratamiento del problema indígena y la confluencia de
razas, la categoría existencial y política que desarrolla el conflicto de la identidad
nacional, la incorporación de la América Hispánica a los circuitos del capitalismo
internacional, el dualismo de la naturaleza que exhibe su cara interior y exterior, y
descansa sobre un dualismo más profundo, el de la naturaleza y la historia; la oposición
sistemática, que pretende ser esclarecida, delimitando contornos precisos, entre
providencia y destino, cine y espíritu, etnocentrismo y periferia, libertad y
responsabilidad, igualdad esencial y diferencia accidental, autodeterminación y
gobernabilidad, armonía y caos, pasión y voluntad, etc.” (Esteban, 2016)
Juan León Mera (1832-1834) creció en un ambiente lleno de contradicciones, paso de una
familia acomodada a ser un hijo abandonado por su padre, cuya familia estaba inmersa en
contingencias económicas, su formación estuvo a cargo de mujeres y fue fundamentalmente
católica. Influenciado por Zorrilla, como otros escritores hispanoamericanos, también estuvo en
contacto con la pintura en el taller de Antonio Salas y otros circuitos de intelectuales. Empezó
publicando artículos y poemas en periódicos como: La Democracia, El Progreso: periódico popular,
Gaceta mercantil y El artesano. (Esteban, 2016)
En sus obras se manifestó una tendencia a tratar sobre el indígena real sin dejar de lado las representaciones históricas sobre el mismo. (Esteban, 2016).
Más adelante, cuando sube al poder Gabriel Garcia Moreno se dedica no solo al periodismo y la literatura, sino que se inicia en la vida política, en diversos cargos donde abogo por ideas democráticas y progresistas basados en los presupuestos del catolicismo. Al final de su vida su obra indagó sobre la identidad ecuatoriana y el folclor. (Esteban,2016)
Entre sus obras: Afectos íntimos (1859), Melodías indigenas (1858), La virgen del sol (1861), Himno nacional de Ecuador (1865), Ojeada histórico- critica sobre la poesía ecuatoriana (1868), Los novios de una aldea ecuatoriana (1872), Mazorra (1875), Cumandá o un drama entre salvajes (1879), Los últimos momentos de Bolivar (1863), La dictadura y la restauración de la República del Ecuador (1884), Lira ecuatoriana (1887), Entre dos tías y un tío (1890), Porqué soy cristiano (1890) y Antología ecuatoriana: Cantares del pueblo (1892).
En sus obras se manifestó una tendencia a tratar sobre el indígena real sin dejar de lado las representaciones históricas sobre el mismo. (Esteban, 2016).
Más adelante, cuando sube al poder Gabriel Garcia Moreno se dedica no solo al periodismo y la literatura, sino que se inicia en la vida política, en diversos cargos donde abogo por ideas democráticas y progresistas basados en los presupuestos del catolicismo. Al final de su vida su obra indagó sobre la identidad ecuatoriana y el folclor. (Esteban,2016)
Entre sus obras: Afectos íntimos (1859), Melodías indigenas (1858), La virgen del sol (1861), Himno nacional de Ecuador (1865), Ojeada histórico- critica sobre la poesía ecuatoriana (1868), Los novios de una aldea ecuatoriana (1872), Mazorra (1875), Cumandá o un drama entre salvajes (1879), Los últimos momentos de Bolivar (1863), La dictadura y la restauración de la República del Ecuador (1884), Lira ecuatoriana (1887), Entre dos tías y un tío (1890), Porqué soy cristiano (1890) y Antología ecuatoriana: Cantares del pueblo (1892).
La trama
Cumandá como en las novelas del siglo XIX cobra importancia la trama de acuerdo con Figueroa plantea una linea narrativa en la que se desarrolla: situación inicial, detonante, desarrollo, clímax y desenlace. Donde tenemos personajes heroicos, antagónicos y otros catalizadores que ayudan a potenciar el conflicto entre dos personajes de razas “diferentes” que se enamoran a pesar de los odios raciales de sus familias. Cumandá es la historia de un amor imposible entre Cumandá y el joven Carlos.
En el siguiente gráfico esquematizamos la trama principal de la novela:
Cumandá como en las novelas del siglo XIX cobra importancia la trama de acuerdo con Figueroa plantea una linea narrativa en la que se desarrolla: situación inicial, detonante, desarrollo, clímax y desenlace. Donde tenemos personajes heroicos, antagónicos y otros catalizadores que ayudan a potenciar el conflicto entre dos personajes de razas “diferentes” que se enamoran a pesar de los odios raciales de sus familias. Cumandá es la historia de un amor imposible entre Cumandá y el joven Carlos.
En el siguiente gráfico esquematizamos la trama principal de la novela:
(+) Los protagonistas inician la trama en positivo
SITUACIÓN INCIAL Presentación del escenario y el contexto: Las selvas del oriente en medio de los conflictos entre los Jibaros y las tribus cristianizadas por las misiones y los blancos e indigenas.
SITUACIÓN INCIAL Presentación del escenario y el contexto: Las selvas del oriente en medio de los conflictos entre los Jibaros y las tribus cristianizadas por las misiones y los blancos e indigenas.
Presentación de los protagonistas Carlos y Cumandá.
DETONANTE Cumandá “la indígena” y Carlos “el extranjero” se enamoran en secreto.
1o PUNTO DE GIROUno de los hermanos de Cumandá descubre a los amantes.
La huida de los amantes, mientras la tribu es atacada por sus enemigos, la tribu
de Mayariaga.
Los amantes son encontrados por la tribu de Mayariaga, los canjean a cambio de cuerpo del jefe de la tribu, muerto en combate
Cumandá y Carlos en la Fiesta de las Canoas
1o Atentado contra Carlos por parte del hermano y del padre de Cumandá Tongana: intentan ahogarlo, Cumandá lo rescata y la tribu se entera de los sentimientos de Cumanda por el joven blanco.
2o Atentado contra Carlos: lo intentan envenenar y Cumandá de nuevo lo evita
Tongana enojada con Cumandá la promete en matrimonio con el Jefe Yahuarmaqui. El jefe acepta, encierran a Cumandá y ordenan a Carlos dejar la fiesta.
3o Atentado contra Carlos: Intentan matarlo con flechas a escondidas, Cumandá por tercera vez lo salva.
1o Atentado contra Carlos por parte del hermano y del padre de Cumandá Tongana: intentan ahogarlo, Cumandá lo rescata y la tribu se entera de los sentimientos de Cumanda por el joven blanco.
2o Atentado contra Carlos: lo intentan envenenar y Cumandá de nuevo lo evita
Tongana enojada con Cumandá la promete en matrimonio con el Jefe Yahuarmaqui. El jefe acepta, encierran a Cumandá y ordenan a Carlos dejar la fiesta.
3o Atentado contra Carlos: Intentan matarlo con flechas a escondidas, Cumandá por tercera vez lo salva.
Los amantes son encontrados por la tribu de Mayariaga, los canjean a cambio de cuerpo del jefe de la tribu, muerto en combate
2o PUNTO DE GIRO Cumandá es obligada a aceptar el matrimonio, Carlos condenado a muerte,
pero uno de los indigenas cristianizados lo impide.
CLIMAX Muerte de Yahuarmaqui, mal herido en combate, en la noche de bodas. La huida de Cumandá hacia el territorio de las misiones. Carlos es atrapado por los jíbaros, cuando iba en busca de Cumandá.
DESCENLACE Cumandá se entrega a los Jibaros para salvar a Carlos y la tribu cristianizada y se sacrifica en el ritual funerario del jefe Yahuarmaqui.
CLIMAX Muerte de Yahuarmaqui, mal herido en combate, en la noche de bodas. La huida de Cumandá hacia el territorio de las misiones. Carlos es atrapado por los jíbaros, cuando iba en busca de Cumandá.
DESCENLACE Cumandá se entrega a los Jibaros para salvar a Carlos y la tribu cristianizada y se sacrifica en el ritual funerario del jefe Yahuarmaqui.
Pona descubre la verdadera identidad de Cumandá ( la hermana de Carlos)
Domingo( padre de Carlos) y Tongana se reconcilian por el pasado.
(-) Los protagonistas terminan la trama en negativo
(-) Los protagonistas terminan la trama en negativo
Esta es la trama principal de Cumandá, la lucha de dos personajes exiliados del mundo.
Ella una heroína trágica que encarna todas las virtudes en su “belleza superior” determinada por
la blancura de su piel, sus rasgos blancos y un carácter que en palabras de Mera descrito como
“un corazón de origen cristiano en pecho salvaje, y desarrollado al aire libre con la
soledad” (Mera, 104). Él, un héroe romántico de buen corazón, ardiente pasión y sensible al
extremo con un temperamento melancólico que tiende más al pensamiento que a la acción,
descrito como un poeta “ser condenado a buscar en la tierra cosa que se hallan solo en el
cielo” (Mera, 136).
En oposición a la relación que Mera adjetiva como un vínculo “hombre-salvaje”, se encuentra el origen de ambos, representado por Tongana (padre de Cumandá) y Yahuarmaqui (jefe de los jibaros) caracterizados por el salvajismo, un valor temerario, crueles y sanguinarios. Tongana se muestra fuera de si, cuando Cumandá muestra su afecto por el blanco: “tres veces alzo la maza para descargarla sobre ella” (Mera,176), muestra el temperamento cruel y vengativo de los indigenas cuando le dice a Cumandá “Te has vuelto como el blanco objeto de la venganza del terrible Tongana” (Mera, 176). En Yahuarmqui resalta su temperamento sanguinario en el combate entre el jefe Mayariaga y Yahuarmaqui, cuando es vencido por este último:
-¡Ea, este fue Mayariaga, mi enemigo!” (Mera, 203)
En oposición a la relación que Mera adjetiva como un vínculo “hombre-salvaje”, se encuentra el origen de ambos, representado por Tongana (padre de Cumandá) y Yahuarmaqui (jefe de los jibaros) caracterizados por el salvajismo, un valor temerario, crueles y sanguinarios. Tongana se muestra fuera de si, cuando Cumandá muestra su afecto por el blanco: “tres veces alzo la maza para descargarla sobre ella” (Mera,176), muestra el temperamento cruel y vengativo de los indigenas cuando le dice a Cumandá “Te has vuelto como el blanco objeto de la venganza del terrible Tongana” (Mera, 176). En Yahuarmqui resalta su temperamento sanguinario en el combate entre el jefe Mayariaga y Yahuarmaqui, cuando es vencido por este último:
“El anciano le pone la planta casi sobre la abertura que mana un rayo de hirviente
sangre; le desata los collares y adornos de huesos de tayo; arranca del cinto un ancho
cuchillo, y separa del tronco la cabeza que, suspendida por los cabellos, la alza y enseña
a los combatientes gritando e voz espantosa:
Trasversalmente a este conflicto aparecen otros, entre los que destaco las relaciones entre
los “indios salvajes [que] habían a las orillas de los ríos del oriente”(Mera,96), las tribus jíbaras y
zaparas que Mera caracteriza como: desobedientes, para quienes las costumbres son leyes, las
humillaciones son un crimen digno, en su mayoría nómadas, de carácter y costumbres diversas,
incultos, expresivos, enérgicos, diestros en las artes de la guerra porque es su “estado natural” y
sus motivaciones mediadas por la venganza. Dentro de ellas se describe una oposición entre las
tribus que representarían la dicotomía civilización-barbarie, mientras los zaparos son las
tribus cristianizadas mansos, hospitalarios, supersticiosos y taimados, los jíbaros indómitos,
feroces, sanguinarios, leales, vengativos e irracionales.
A su vez aparece escenificado la disputa entre blancos e indigenas, el origen del drama de Cumandá, personificado en Domingo, un personaje de rasgos ambivalentes: excelente esposo y padre, honrado ciudadano piadoso, por una parte, pero inhumano y feroz como los conquistadores. Su actitud depredadora con los indigenas detona la venganza de Tongana y los infortunios de Cumandá y Carlos. Su redención como misionero legitima el discurso de las misiones como el “verdadero” instrumento de la civilización en las selvas orientales.
Estos conflictos están delimitados en un contexto espacial que Mera procura describir reiteradamente, muestra su vena romántica, asocia el éxtasis de la contemplación de la naturaleza donde parece sentirse “preso” pero tiene permiso de actuar con libertad porque nadie lo vigila, engendrando sensaciones contradictorias: una insignificancia frente a la naturaleza portentosa y la libertad que a su juicio determina el carácter de los “salvajes” como seres “soberbios y dominantes”, usa la analogía como mecanismo para enaltecer la naturaleza, por ejemplo: la selva como “Sahara de verdura”, el Chambro “brama como cien toros heridos”, Pastaza “como uno de los reyes del sistema fluvial de los desiertos orientales” y se jacta de la exuberancia en comparación con la naturaleza europea.
Ahora bien, la trama, los conflictos y la representación del territorio ecuatoriano es un signo inmerso en un contexto al que hace referencia Mera, y sobre el que nos centraremos en el siguiente apartado.
Contextualización de la novela
En Cumandá Mera hace alusión a los levantamientos subversivos de los indigenas en 1790, un intento por liberarse de la opresión ejercida por los colonos sobre ellos, como describe el autor y de acuerdo a cronistas de la época, hay un clima revolucionario en la región, que como antecedente había tenido a Tupac Amaru en 1780, sin embargo, los criollos siempre buscaron sofocar estas revueltas. Por lo que cuando se inician los procesos de Independencia los indigenas que no han conseguido ninguna beneficio de los criollos, en su mayoría estuvieron a favor de la Corona, y posteriormente no se saldaron las diferencias sociales entre los diferentes pueblos, al igual que en las demás naciones Hispanoamericanas. (Esteban,2016)
A su vez aparece escenificado la disputa entre blancos e indigenas, el origen del drama de Cumandá, personificado en Domingo, un personaje de rasgos ambivalentes: excelente esposo y padre, honrado ciudadano piadoso, por una parte, pero inhumano y feroz como los conquistadores. Su actitud depredadora con los indigenas detona la venganza de Tongana y los infortunios de Cumandá y Carlos. Su redención como misionero legitima el discurso de las misiones como el “verdadero” instrumento de la civilización en las selvas orientales.
Estos conflictos están delimitados en un contexto espacial que Mera procura describir reiteradamente, muestra su vena romántica, asocia el éxtasis de la contemplación de la naturaleza donde parece sentirse “preso” pero tiene permiso de actuar con libertad porque nadie lo vigila, engendrando sensaciones contradictorias: una insignificancia frente a la naturaleza portentosa y la libertad que a su juicio determina el carácter de los “salvajes” como seres “soberbios y dominantes”, usa la analogía como mecanismo para enaltecer la naturaleza, por ejemplo: la selva como “Sahara de verdura”, el Chambro “brama como cien toros heridos”, Pastaza “como uno de los reyes del sistema fluvial de los desiertos orientales” y se jacta de la exuberancia en comparación con la naturaleza europea.
Ahora bien, la trama, los conflictos y la representación del territorio ecuatoriano es un signo inmerso en un contexto al que hace referencia Mera, y sobre el que nos centraremos en el siguiente apartado.
Contextualización de la novela
En Cumandá Mera hace alusión a los levantamientos subversivos de los indigenas en 1790, un intento por liberarse de la opresión ejercida por los colonos sobre ellos, como describe el autor y de acuerdo a cronistas de la época, hay un clima revolucionario en la región, que como antecedente había tenido a Tupac Amaru en 1780, sin embargo, los criollos siempre buscaron sofocar estas revueltas. Por lo que cuando se inician los procesos de Independencia los indigenas que no han conseguido ninguna beneficio de los criollos, en su mayoría estuvieron a favor de la Corona, y posteriormente no se saldaron las diferencias sociales entre los diferentes pueblos, al igual que en las demás naciones Hispanoamericanas. (Esteban,2016)
Si bien previamente a la Independencia basaban su economía en la industria del paño y la
exportación de alimentos, el nivel de exportaciones excedía los 10 millones de libras esterlinas,
esto no redundaba en bienestar para la masa popular. Más adelante, cuando se separan de la
Gran Colombia se enfrentan a las grandes diferencias culturales, económicas y sociales entre la
sierra y la costa, porque Guayaquil como puerto se hizo más rica que el interior convirtiéndose
en el foco de las migraciones indigenas que buscaban mejores condiciones. Así mismo, en sentido
político en su primera Constitución hacia 1830 “trata el estatus del indio de un modo similar a la
Colonia, casi como una raza inferior” (Esteban, 28), como Mera menciona son los blancos y los
mestizos quienes obtuvieron los mayores beneficios de la independencia, mientras los indigenas
quedaron al margen: en la periferia.
Los nuevos retos para construir el ideal de nación unificada después de 1830 se vio en peligro por todos los factores que implicaban una ruptura al interior y que la literatura se vio obligada a saldar.
Cumandá: Ficción nacional
La necesidad de criterios unificadores en una nación fragmentada hizo que conservadores demócratas como Mera, dirigiera su mirada a la religión como elemento homogeneizador: “La religión es el método antiguo y probado para establecer comunión por medio de la práctica común y una hermandad entre personas que no tienen nada en común”(Hobsbawm, 77), entonces una religión como la católica ocultaría las diferencias étnicas, lingüísticas y culturales.
Por consiguiente el autor hace una defensa de las Misiones y el sincretismo cultural que la propia Cumandá personifica, una joven bautizada que mezcla las ideas cristianas con las creencias panteístas pobladas de genios buenos y demonios como el Mungia, Mera a través de la voz de Carlos dice: “¡Oh Cumandá!, no sabes cuanto me place hallarte cristiana” (Mera, 111).
Por su parte, Domingo representa la redención a través de la conversión al cristianismo, para Mera la piedra angular sobre la cual fundar una nación ecuatoriana en medio de las rupturas, que requerían una reconciliación para solucionar el odio racial, en ese sentido Domingo hace una declaración a Tongana (antes Tubón) que demuestra la necesidad de fundar la nueva nación a través del perdón:
Los nuevos retos para construir el ideal de nación unificada después de 1830 se vio en peligro por todos los factores que implicaban una ruptura al interior y que la literatura se vio obligada a saldar.
Cumandá: Ficción nacional
La necesidad de criterios unificadores en una nación fragmentada hizo que conservadores demócratas como Mera, dirigiera su mirada a la religión como elemento homogeneizador: “La religión es el método antiguo y probado para establecer comunión por medio de la práctica común y una hermandad entre personas que no tienen nada en común”(Hobsbawm, 77), entonces una religión como la católica ocultaría las diferencias étnicas, lingüísticas y culturales.
Por consiguiente el autor hace una defensa de las Misiones y el sincretismo cultural que la propia Cumandá personifica, una joven bautizada que mezcla las ideas cristianas con las creencias panteístas pobladas de genios buenos y demonios como el Mungia, Mera a través de la voz de Carlos dice: “¡Oh Cumandá!, no sabes cuanto me place hallarte cristiana” (Mera, 111).
Por su parte, Domingo representa la redención a través de la conversión al cristianismo, para Mera la piedra angular sobre la cual fundar una nación ecuatoriana en medio de las rupturas, que requerían una reconciliación para solucionar el odio racial, en ese sentido Domingo hace una declaración a Tongana (antes Tubón) que demuestra la necesidad de fundar la nueva nación a través del perdón:
“-Tubón, hermano mío, estas de mi parte perdonado, más perdóname también los
terribles males que te causé. José Domingo de Orozco, que te privo de tus padres y te
esclavizó largos años, y a quien tú después perseguiste y arrebataste cuanto bien poseía
en el mundo, es ahora el padre Domingo que ha llorado mucho y llorará hasta la muerte
sus extravíos pasados; es el sacerdote de Jesús que no tiene para ti sino perdón y amor, y
que, en sobre de ese divino Redentor viene a ofrecerte en tus postreros instantes la
bendición que borra los pecados, por enormes que sean, y abre las puertas de la eterna
ventura.” (Mera 282)
Este es un final aleccionante después de las denuncias que hace Mera cuando menciona la esclavitud a la que se han visto expuestos los indigenas por culpa de los colonos, denunciado por Tongana; la expulsión de los jesuitas rechazado por el autor porque permitió que los antes “civilizados” volvieran a la “barbarie” usando la metáfora de las malezas que crecen después de limpiar la tierra; y finalmente el abandono de las nuevas elites que habrían heredado la función de continuar como agente “civilizador”.
A lo largo del texto hace una apología a las misiones que de acuerdo a Mera su objetivo es “civilizar y humanizar los barbaros” y “producir millones de almas para el cielo y numerosos pueblos para la vida social” justificados por el imaginario del buen salvaje, inmerso en guerras tribales que los exterminan. Paternalismo disfrazado, cuando en realidad las elites tienen un afán por insertar a las comunidades indigenas en el engranaje de producción capitalista necesitada de mano de obra barata, y se autorepresentan como redentores de comunidades que considera en el mismo estatus que el de los menores de edad.
Así mismo, busca ilustrar a los lectores sobre los valores cristianos: la virginidad, asociada a la pureza, mientras la sexualidad es condenada por ser un “amor corrompido”, en la trama, los amantes deben evitar sostener relaciones sexuales antes de la fiesta de las canoas o serán castigados por el Mungia; en ese mismo orden se exalta el amor casto como una “atracción magnética que empieza con la ternura”; el matrimonio definido por Mera como “sacramento que ha establecido bases santas y eternas para el amor y la inquebrantable unidad de la familia” (Mera, 140) y la condena al suicidio, Carlos explica a Cumandá que las almas que se suicidan tienen prohibido el acceso al cielo.
En contraparte a esos valores cristianos Mera revisa el imaginario del buen salvaje, ante el cual se tiene atraído y fascinado, en la voz de Carlos, autor dice: “El refinamiento de la civilización ha hecho en ellas imposible algunas prendas que solo conserva la naturaleza en las inocentes hijas del desierto” (Mera, 111), cuando Carlos compara las mujeres de raza blanca con las indigenas.
Este es un final aleccionante después de las denuncias que hace Mera cuando menciona la esclavitud a la que se han visto expuestos los indigenas por culpa de los colonos, denunciado por Tongana; la expulsión de los jesuitas rechazado por el autor porque permitió que los antes “civilizados” volvieran a la “barbarie” usando la metáfora de las malezas que crecen después de limpiar la tierra; y finalmente el abandono de las nuevas elites que habrían heredado la función de continuar como agente “civilizador”.
A lo largo del texto hace una apología a las misiones que de acuerdo a Mera su objetivo es “civilizar y humanizar los barbaros” y “producir millones de almas para el cielo y numerosos pueblos para la vida social” justificados por el imaginario del buen salvaje, inmerso en guerras tribales que los exterminan. Paternalismo disfrazado, cuando en realidad las elites tienen un afán por insertar a las comunidades indigenas en el engranaje de producción capitalista necesitada de mano de obra barata, y se autorepresentan como redentores de comunidades que considera en el mismo estatus que el de los menores de edad.
Así mismo, busca ilustrar a los lectores sobre los valores cristianos: la virginidad, asociada a la pureza, mientras la sexualidad es condenada por ser un “amor corrompido”, en la trama, los amantes deben evitar sostener relaciones sexuales antes de la fiesta de las canoas o serán castigados por el Mungia; en ese mismo orden se exalta el amor casto como una “atracción magnética que empieza con la ternura”; el matrimonio definido por Mera como “sacramento que ha establecido bases santas y eternas para el amor y la inquebrantable unidad de la familia” (Mera, 140) y la condena al suicidio, Carlos explica a Cumandá que las almas que se suicidan tienen prohibido el acceso al cielo.
En contraparte a esos valores cristianos Mera revisa el imaginario del buen salvaje, ante el cual se tiene atraído y fascinado, en la voz de Carlos, autor dice: “El refinamiento de la civilización ha hecho en ellas imposible algunas prendas que solo conserva la naturaleza en las inocentes hijas del desierto” (Mera, 111), cuando Carlos compara las mujeres de raza blanca con las indigenas.
También hace un pormenorizado recuento de los rituales y costumbres de los Jibaros, entre
ellas destacamos:
-La fiesta de las canoas: conmemora el diluvio universal, apacigua las fuerzas de la naturaleza mediante ofrendas que le entregan al Jefe y luego son quemadas en una pira. Un ritual asociados a la fertilidad por su relación con los ciclos lunares.
-El matrimonio: la madre presenta al futuro esposo, cambian de prendas y adornos, celebran con viandas y durante la noche de bodas la madre vigila la cabaña para evitar que el Mungia les cause daño y la esterilidad.
-Los rituales funerarios: que son diferentes de acuerdo a cada tribu, pero que en caso de los jefes son enterrados con sus esposas que “duermen” con infusiones aromáticas.
Este imaginario del buen salvaje fue heredado de las visiones colonialistas sobre los indigenas y se reafirma una mirada pintoresca y exótica en las representaciones de indigenas: atléticos, diestros en el uso de armas y venenos; su vestuario realza la diferencia entre lo otro/ lo propio: están desnudos, con el rostro pintado, usan penachos en la cabeza, gargantillas con dientes de micos y portan picas.
En relación a Andoas, el pueblo conformado por la misión, podríamos entender como menciona Figueroa que se constituye en un Topus Uranos, sociedad modelo que Mera pretende extender a todos los pueblos indigenas: gente obediente ante los poderes eclesiásticos y civiles representados por Domingo. Sin embargo, las negociaciones que hacen los pueblos dominados con los dominadores que menciona Bhabha quedan al descubierto cuando Mera describe una serie de tácticas que los andoanos realizan para evitar cumplir la voluntad de Domingo, cuando Cumandá es requerida por la tribu Palora.
De ahí se sigue, que el carácter de los indigenas cristianizados esta mediado por el fingimiento para actuar al margen de los poderes civilizadores, entonces, cuando el Misionero pregunta por Cumandá los guardias fingen estar dormidos, pero realmente ellos han ayudado a escapar a la joven, más adelante cuando el misionero les pregunta ellos refieren que ella es una hechicera, con lo cual queda al descubierto que la evangelización no ha surtido un efecto al cien por ciento, sino que hay una suerte de sincretismo, y más adelante cuando Domingo les ordena organizar unas balsas para ir en su rescate, ellos hacen que hacen pero realmente no tienen voluntad de atravesar el río en medio de la tormenta y mucho menos rescatar la joven a cambio de la muerte de Carlos y una guerra con la tribu Palora, y es luego de muchas horas y bajo las amenazas del cura que realmente inician el viaje.
La novela también esta cargada de simbolismo, pero rescatamos dos que reafirman la idea de unidad nacional y la homogeneización por la que Mera aboga: las dos palmeras unidas una de flores rosadas y otra de flores blancas y las dos hojas únicas por los pedículos, los cuales representan la unión entre dos razas en un matrimonio fundacional que instaba a consolidar la nación.
-La fiesta de las canoas: conmemora el diluvio universal, apacigua las fuerzas de la naturaleza mediante ofrendas que le entregan al Jefe y luego son quemadas en una pira. Un ritual asociados a la fertilidad por su relación con los ciclos lunares.
-El matrimonio: la madre presenta al futuro esposo, cambian de prendas y adornos, celebran con viandas y durante la noche de bodas la madre vigila la cabaña para evitar que el Mungia les cause daño y la esterilidad.
-Los rituales funerarios: que son diferentes de acuerdo a cada tribu, pero que en caso de los jefes son enterrados con sus esposas que “duermen” con infusiones aromáticas.
Este imaginario del buen salvaje fue heredado de las visiones colonialistas sobre los indigenas y se reafirma una mirada pintoresca y exótica en las representaciones de indigenas: atléticos, diestros en el uso de armas y venenos; su vestuario realza la diferencia entre lo otro/ lo propio: están desnudos, con el rostro pintado, usan penachos en la cabeza, gargantillas con dientes de micos y portan picas.
En relación a Andoas, el pueblo conformado por la misión, podríamos entender como menciona Figueroa que se constituye en un Topus Uranos, sociedad modelo que Mera pretende extender a todos los pueblos indigenas: gente obediente ante los poderes eclesiásticos y civiles representados por Domingo. Sin embargo, las negociaciones que hacen los pueblos dominados con los dominadores que menciona Bhabha quedan al descubierto cuando Mera describe una serie de tácticas que los andoanos realizan para evitar cumplir la voluntad de Domingo, cuando Cumandá es requerida por la tribu Palora.
De ahí se sigue, que el carácter de los indigenas cristianizados esta mediado por el fingimiento para actuar al margen de los poderes civilizadores, entonces, cuando el Misionero pregunta por Cumandá los guardias fingen estar dormidos, pero realmente ellos han ayudado a escapar a la joven, más adelante cuando el misionero les pregunta ellos refieren que ella es una hechicera, con lo cual queda al descubierto que la evangelización no ha surtido un efecto al cien por ciento, sino que hay una suerte de sincretismo, y más adelante cuando Domingo les ordena organizar unas balsas para ir en su rescate, ellos hacen que hacen pero realmente no tienen voluntad de atravesar el río en medio de la tormenta y mucho menos rescatar la joven a cambio de la muerte de Carlos y una guerra con la tribu Palora, y es luego de muchas horas y bajo las amenazas del cura que realmente inician el viaje.
La novela también esta cargada de simbolismo, pero rescatamos dos que reafirman la idea de unidad nacional y la homogeneización por la que Mera aboga: las dos palmeras unidas una de flores rosadas y otra de flores blancas y las dos hojas únicas por los pedículos, los cuales representan la unión entre dos razas en un matrimonio fundacional que instaba a consolidar la nación.
Cumandá: ¿La alegoría de una nación frustrada?
Sin embargo, estos símbolos son destruidos en la trama, las paleras son quemadas por el hermano de Cumandá y Yahuarmaqui separa las hojas, con lo cual muestra la imposibilidad de una nación en una unidad feliz, pero esto atrae un final trágico para ambas razas que se encuentran enlazadas en un mismo destino. Mera dice en palabras de Cumandá: “ el extranjero y yo como estas dos hojas: al caer la una en las brazas, no podrá escapar la otra y ambas se harán ceniza” (Mera, 183).
Finalmente el conflicto racial de suyo hace dificultosa la unión, pero Mera instala el incesto, cuando se revela el origen de Cumandá: hermana de Carlos, este hecho refuerza la imposibilidad del matrimonio fundacional. Este descubrimiento hace pensar en la imposibilidad de la cohesión que se ha basado en la anulación de lo diferente, sacrificado, en pro de una construcción artificial que extermina la heterogeneidad al blanquearlo, es la muerte de Cumandá la que pudo “apagar el volcán de la pasión que ardía en vuestras almas” (Mera, 292)
Entonces, podríamos decir que Cumandá es ¿la alegoría de una nación frustrada?
Sin embargo, estos símbolos son destruidos en la trama, las paleras son quemadas por el hermano de Cumandá y Yahuarmaqui separa las hojas, con lo cual muestra la imposibilidad de una nación en una unidad feliz, pero esto atrae un final trágico para ambas razas que se encuentran enlazadas en un mismo destino. Mera dice en palabras de Cumandá: “ el extranjero y yo como estas dos hojas: al caer la una en las brazas, no podrá escapar la otra y ambas se harán ceniza” (Mera, 183).
Finalmente el conflicto racial de suyo hace dificultosa la unión, pero Mera instala el incesto, cuando se revela el origen de Cumandá: hermana de Carlos, este hecho refuerza la imposibilidad del matrimonio fundacional. Este descubrimiento hace pensar en la imposibilidad de la cohesión que se ha basado en la anulación de lo diferente, sacrificado, en pro de una construcción artificial que extermina la heterogeneidad al blanquearlo, es la muerte de Cumandá la que pudo “apagar el volcán de la pasión que ardía en vuestras almas” (Mera, 292)
Entonces, podríamos decir que Cumandá es ¿la alegoría de una nación frustrada?
Bibliografía
Bhaba, H. El lugar de la cultura. Ed: Manantial. Buenos Aires (2002)
Cornejo- Polar. A. La literatura hispanoamericana del siglo XIX: Continuidad y Ruptura (Hipotesis a partir del caso andino). En: Gonzalez Stephan, B (coord). Esplendores y miserias del siglo XIX: Cultura y sociedad en America latina. Ed: Monte Avila Editores Latinoamericana. Venezuela (1995)
Esteban, A. Introducción. En: Cumandá. Ed: Catedra. Madrid (2016)
Hobsbwm, E. Naciones y Nacionalismos desde 1780: Ed: Crítica Grijalbo Mondadori. Barcelona (1998)
Figueroa, C. Clemencia y Cumandá: Relectura de dos naciones textualizadas en el siglo XIX. En: Kline. C. (coord). Cajón de textos: Ensayos sobre literatura hispanoamericana. Ed: Universidad de Salamanca. Bogotá (2007)
Mera, J. M. Cumandá. Ed: Catedra. Madrid (2016)
Somer, D. Ficciones Fundacionales: Las novelas nacionales de América Latina. Ed: Fondo económico de cultura. Mexico (2009).
Rama, A. La ciudad letrada. Ed: Arca. Montevideo (1998).
Van Oss, A. La América decimonónica. En: Iñigo Madrigal, L. (coord). Historia de la Literatura hispanoamericana. Tomo II: Del neoclasicismo al modernismo. Ed: Cátedra. Madrid (1993)
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