Se resfriaron los sapos de Marcela Velásquez Guiral

Se resfriaron los sapos nos relata el drama de la familia de Otoniel, un niño que vive en Yolombó, un pueblo minero, cuando después de una explosión en la mina desaparecen un grupo de mineros incluidos su padre. Durante la búsqueda de Osvaldo, Otoniel rememora la vida cotidiana, las ocurrencias de su hermana menor Abril que tiene de amigos los sapos del estanque frente a la casa, el trabajo de Ana cuidando las vacas y las historias del Tuerto.  Mientras el niño asume la responsabilidad de traer a casa a Osvaldo con vida, la niña enferma se encarga de enviar el equipaje del padre al cielo con medio millar de globos. 


A lo largo de la narración Velásquez toca cuatro temáticas que entrelaza: las relaciones entre padres e hijos, la desaparición y la perdida, crecer y madurar y la rivalidad entre hermanos; estas temáticas se tejen a través de la voz narrativa de Otoniel en dos tramas paralelas: la búsqueda del papá de Otoniel desaparecido en la mina y la relación familiar. Utiliza el recurso del flashbak para saltar en los dos tiempos narrativos, logran un ritmo vertiginoso y un impacto emocional en la medida que se acercan las dos líneas y encuentran el cuerpo sin vida del papá.

La voz narrativa que escuchamos es la de Otoniel, que además de mostrarnos desde su punto de vista las situaciones, también nos comparte sus percepciones sobre su familia y sobre si mismo, logrando una identificación con el publico lector (la novela está catalogada para niños de 9 años en adelante), con quien mantiene una complicidad gracias a la cercanía y la intimidad con la que la autora maneja la voz del personaje, que se acerca al genero narrativo del diario.

Ahora, ademas del recurso de la voz en primera persona, recurre a una serie de imágenes potentes que logran mover los sentimientos del lector. 

En una linea temporal, describe la relación de Osvaldo con los niños utiliza el motivo de los sapos como un símbolo de la relación filial, una relación marcada por el juego y la fantasía. La autora logra conmover al lector, remarcando la relación de Abril con su padre que aplaude y reafirma la percepción sensible e imaginativa de la realidad que tiene la niña, mediante el leit motiv de la narración: Abril gritando ¡Se resfriaron los sapos!, y sin importar la lluvia el papá siempre obedece a Abril y se dirige al estanque con una bolsa verde llevando sacos y ruanas imaginarios a los animales, y así comparte la realidad mágica de la niña. En el caso de Otoniel que durante la estadía en Yolombó se convierte en un adolescente, la autora nos muestra la inconformidad típica del que busca mayor independencia y se esta autoreafirmando, al igual que para Abril los sapos se convierten en el símbolo de su relación filial, en este caso, Osvaldo utiliza los sapos para trasmitir valores, mostrándole lo que seria deseable para él, en cuanto a la relación con su hermana.

En una segunda linea temporal, narra la búsqueda del padre después de la explosión en la mina, que avanza en tanto sus cosas desaparecen sucesivamente, preparando al lector para el trágico final y generando intriga sobre el destino del padre, el niño nos muestra su percepción que se debate entre un análisis racional, Otoniel piensa que las cosas están siendo robadas por otros mineros o vendidas por la vecina y otro análisis de tipo mágico en el que asocia la desaparición sucesiva con la extinción de la vida del padre. 

En contraste con Otoniel que siempre se muestra como un personaje racional, que como esta saliendo de la infancia, la imaginación y la magia las asocia a una etapa infantil, Abril se muestra como una mística, ella es la única que reconoce la muerte del padre en cuanto la madre informa a los niños lo sucedido en la mina, se refuerza en la descripción que Otoniel hace de ella, con su trapo en la cabeza, el aroma mentolado y las fiebres que siempre se asocian con personajes mediadores entre el plano material y las realidades sutiles, la fiebre que se convierte en un estado alterado donde alcanzan  conocimientos que no son accesibles a la razón, pero si a los sentidos suprasensibles.

La enfermedad de Abril y la cercanía de la muerte genera un cambio en Otoniel, que en la primera linea temporal era travieso, curioso e insolente, se convierte en un personaje que se toma la responsabilidad de rescatar a su padre y traerlo a casa, entiende la importancia de la imaginación y el cariño como refugio ante las vicisitudes de la vida y asume un nuevo rol que le impone la perdida: el de protector. En él también se hacen evidentes las etapas del duelo: la negación, la rabia, el dolor y finalmente la aceptación dejando a los espectadores con una sensación de esperanza reflejada en la imagen final en la que Abril amarra todas las cosas de su papá a los globos y las “envía a las nubes” el ultimo destino de Osvaldo. 

Entonces, resumiendo podemos destacar tres imágenes en el relato: el estanque de sapos, símbolo de la relación padre e hijos, la desaparición de las cosas del padre, símbolo del duelo por el padre, y, finalmente la niña amarrando las cosas a los globos para darle el adiós al papá, símbolo de la despedida y la aceptación de la perdida.

Sumado a estas imágenes, anticipa el destino del padre mediante sus sueños premonitorios, el miedo que le tiene a la muerte y los ritos funerarios, y la muerte de la yegua del tuerto.

El contraste de los personajes infantiles, Otoniel y Abril le permite a la autora hablar del tema de la rivalidad entre hermanos que solo tiene solución con la desaparición de uno de los padres y el mayor tendrá que asumir el rol del “hombre de la casa”, como hermano mayor y dando por finalizada la etapa infantil. 

La autora hace hincapié en mostrarnos como el final de la etapa infantil esta marcada por la muerte de uno de los padres, Otoniel rememora la muerte de su abuelo que obliga a Ana, su madre a salir de la escuela y hacerse cargo de sus hermanos trabajando en una finca como cuidadora de vacas. Esta imagen del niño trabajador es frecuente en nuestros países latinos, la infancia esta determinada por la condición social, de la cual dependerá el destino de los hijos y el rol que debe cumplir el mayor al que se le asignan roles paternos o maternos.  

Ahora bien, la narrativa de la autora recurre al realismo, hace énfasis en la voz de cada uno de los personajes, nos muestra una niño más verosímil que tiene sentimientos de rabia, dolor y miedo. En los diálogos recurre al dialecto y las expresiones locales para situarnos en Yolombó. Y de telón de fondo tocará otros temas como la vida de los mineros y el afán del padre por cumplir como proveedor de la familia en muchos casos en contra de su propia vida.

Dentro de  esa corriente realista podemos decir que la historia de Velásquez bebe de dos de las exponentes, que a juicio de Beatriz Robledo, son las más sobresalientes: Gloria Cecilia Diaz con El sol de los venados e Irene Vasco con Paso a Paso.  

Se resfriaron los sapos es heredera de las propuestas de estas autoras y que se inscriben en una corriente más contemporánea de la literatura infantil donde la realidad interior y la visión de mundo de los niños cobra mayor relevancia, frente a los intereses didácticos y pedagógicos o los estereotipos en los que los adultos enmarcamos a los niños de acuerdo a nuestros intereses frente a su deber ser en el mundo. Esta ruptura permite ver niños trasgresores de las visiones tradicionales y mucho más “de carne y hueso”.

Así mismo, las temáticas trabajadas logran una mayor complejidad psicológica que se refleja en el mundo afectivo y familiar que es descrito de manera más amplia, con menos temor de hablar sobre temas que tradicionalmente se consideraron tabú en la literatura infantil: la sexualidad y la muerte. En el caso de estas tres autoras manejan el tema de la muerte, con su narrativa de carácter testimonial permite mostrarnos al voz del niño o del adolescente, revela sus posturas criticas, sus anhelos y sus miedos. 

En este sentido podemos decir que en la literatura contemporánea 

“ los niños buenos se acabaron. Y es que ese concepto beatifico de la infancia no deja de ser una idealización más del adulto y nos muestra un desconocimiento y una invisibilidad de la niñez real. Los niños odian sienten miedo, pelean, son agresivos, sufren, son rebeldes y piensan, atributos que por fortuna ya están incorporados a las letras para niños modernas y que muestran una valoración por parte de los adultos de una etapa del desarrollo que tiene un mundo propio, una manera particular de relacionarse con el mundo y una cultura que le pertenece.” (Robledo, 2017)

Finalmente, respecto a la autora Marcela Velazquez Guiral es ganadora del premio El Barco de Vapor S. M  (2015) con esta novela corta, es su segunda obra publicada en la que plasma la voz infantil con sensibilidad y realismo. 

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