Amor líquido (Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos) de Zygmunt Bauman
La sociedad actual permeada por la velocidad, la sociedad de
consumo, la instantaneidad en las comunicaciones ha llevado a la sociedad a
vincularse de una forma viciada en la cual se evita el compromiso y las
personas son objetos de consumo
vistos en una relación de costo-beneficio. Tanto las relaciones de pareja como
los vínculos parentales y filiales, se transformaron en redes de contactos, que
pueden ser conectados y desconectados a pedido.
En las relaciones de pareja hay un temor al compromiso, pero
un afán de relacionarse, una contradicción fundada en los temores que trae el
encierro y el placer de la unión. Lo cual degenero las relaciones en lo que
denomina “relaciones de bolsillo”, que no satisfacen por su calidad por tanto
se busca cantidad.
La experiencia del amor es otra mercancía, basada en las
“ganas” sigue las pautas del mercado, busca una satisfacción inmediata y la
posibilidad de descarte si ya no cumplen con su función. Las condiciones para
este tipo de relación son:
“1. No permitir que ninguna emoción lo embarque ni conmueva.
Cuanto más pequeño sea su préstamo hipotecario, tanto menos inseguro se sentirá
cuando se vea expuesto a las fluctuaciones del futuro mercado”.
“2. No permita que la relación se escape de la supervisión
de su cabeza, ni que desarrolle su propia lógica, ni que ocupe otros
territorios, saliéndose de su bolsillo, que es donde pertenece.”
Esta promesa es una solución “eficiente” a la problemática
del amor, que trae vicios derivados del amor, entre ellos: la propensión a la
comodidad o el deseo de cambiar a la gente, la relación paradójica entre el
amor y el deseo, mientras que el primero busca preservar el objeto querido, el
otro busca destruirlo, pero uno y otro son prisionero y cautivo.
Pero esta aparente solución genera una abundancia de
relaciones de bajo presupuesto produce una “impotencia amorosa”, relaciones
cortas e insatisfactorias, que desaparecen antes de iniciar el clímax.
Por otra parte, no es de olvidar la importancia del sexo en
la construcción social, la cultura nació
gracias a la prohibición del incesto, dividiendo a las hembras elegibles y no
elegibles. Pero también tiene un componente gozoso y aterrador cercano a las
experiencias místicas.
Sin embargo en la actualidad de desvistió de ese velo
gracias a los temores que lo convirtieron en algo inseguro tanto emocional como
físicamente (con el descubrimiento del sida) ante lo cual se utilizaron métodos
anticonceptivos y el uso del preservativo
para evitar el riesgo pero despojándolo de sus componentes emocionales y
de compromiso. Con lo cual el sexo se convirtió en una experiencia por si sola
suficiente y valorable debido a su gratificación “sin consecuencias”.
Sin embargo, esa experiencia por si sola no es completamente
satisfactoria, por lo tanto se compenso con una cantidad de experiencias
desdibujándose la línea entre las experiencias “sanas “y las “perversas”.
La posibilidad de elegir tener hijos los transformo en: efectos
indeseables que implicaban compromiso o en
un bien emocional, una mercancía.
Así pues esta es la problemática que nos trae Bauman en Amor líquido, un libro que desde mi
perspectiva recrea con gran fidelidad la transformación de los vínculos humanos
en esta nueva era.
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