De príncipes vampirito, princesas inocentes y sapitos verdes.

Capítulo 3

Unos días después de dejar el castillo destartalado, el príncipe manda un mensajero, comunicándole a la princesa que desea verla, la princesita no se esperaba esa propuesta de su príncipe. Ella acepta. El príncipe la lleva a un lugar…un lugar mágico, con los reflejos de las luces sobre el agua, los barcos, los caminos en piedra, un lugar que parecía un sueño, la princesita estaba feliz… cuando el príncipe la sorprende con un beso dulce del cual ninguno quería separarse.

La princesita por fin se percata de que ese príncipe se le ha colado en el corazón sin darse cuenta. Y se adorna de todos sus tiernos encantos para conquistar a este príncipe, pasan días juntos como si el tiempo no pasara.

El amor que el príncipe empezaba a sentir por la princesita hizo que él se arriesgara a salir de su castillo en las mañanas, a sabiendas que la luz del sol podía dañarlo y que podía ser reconocido en las callejuelas de su reino.

El príncipe escapaba del castillo destarlatado muy temprano y para que no sospecharan de su ausencia se dirigía a la posada de la princesita en una de las carretas de alguno de sus súbditos y cubierto con una capa. Él deseaba que su princesa probara los sabores de las fondas de su reino y un lugar que le encantaba…la frontera de su reino donde se unía el cielo con el mar y los reflejos de la luz se trasformaban en un abanico de colores que envolvió a los príncipes en un aroma de dulce amor.

A cambio la princesita quiso que él probara los platos de sus tierras lejanas y un día decidió sorprenderlo con una mesa servida con los platos de la tierra de la princesa. El príncipe se deleito con uno de los platos…las arepas…unas masitas de harina de maíz y queso, el príncipe quedo fascinado con el sabor de este plato endulzado con los besitos de la princesita, y olvido que debía estar en su castillo antes de que el sol se posara en el cenit.

El príncipe se cubrió con su capa y sale apresurado de la posada de la princesita, pero el brujo que lo había encantado reconoció al príncipe en los callejones del reino.

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